Las fotos del antes y el después del Cordel de Hoyo dan cuenta de cómo se ha transformado un polvoriento y ancho camino en un espacio natural, en un espacio público para el disfrute de los vecinos de Torrelodones. Como decían los arquitectos que han diseñado el cambio “el cordel es ya un espacio donde, los niños y niñas pueden correr y montar en bici; saltar y trepar grandes piedras; tocar el agua, hacer barro, construir cabañas, encontrar minerales, disfrutar del olor de las plantas, esconderse tras retamas y zarzales…, jugar y disfrutar del paisaje”.