La gente nos mira con expectación; y nos para con expectación; y nos pregunta con expectación. Y, nosotros -concejales y concejalas de Vecinos- no podemos dar respuesta. Sólo sabemos que no sabemos nada, socráticamente hablando.
A lo largo de estos dos últimos años (y pico) hemos dejado nuestra capacidad de asombro al nivel de Tartarín de Tarascón. Nada es asombroso porque, en realidad, todo lo es. La experiencia anterior en la oposición dejaba más hueco a las certezas y menos al funambulismo.