Una visión muy arcaica de las administraciones públicas nos podría llevar a pensar que su única responsabilidad es ejercer aquellas obligaciones legalmente fijadas en su ámbito competencial y hacerlo de una forma eficaz y eficiente. Sin embargo, ese planteamiento tan básico ha quedado atrás. La responsabilidad social de las administraciones es realmente una ampliación conceptual hacia el sector público de lo que ha sido la responsabilidad social corporativa (RSC) de las empresas. Su aplicación supone una redefinición de las relaciones de cualquier administración con los grupos de interés, internos y externos, en las cuatro dimensiones de la sostenibilidad: económica, social, ambiental e institucional, esta última materializada en los conceptos de transparencia y buen gobierno. Este nuevo marco supone importantes cambios no solo en las políticas, sino en las forma de llevarlas a la práctica.
El desmán económico de los ayuntamientos y el caciquismo preocupan a los ciudadanos españoles
Con el recuerdo todavía fresco de la jornada sobre política local que vivimos el pasado sábado con cerca de 100 personas comprometidas con en el devenir futuro de sus municipios, nos plantemos la necesidad de analizar un poco más en profundidad, además de las líneas generales de la jornada, las principales preocupaciones, claramente reflejadas en las preguntas realizadas y el debate que se llevó a cabo.
Sin duda, la gran preocupación de los ciudadanos españoles es el desmadre económico existente en los municipios, entendiendo por tal la opacidad que hay en la mayoría de los ayuntamientos de este país sobre todo en los temas referidos a presupuestos y endeudamiento. Los ciudadanos están desesperados porque desconocen la situación económica de sus consistorios.
A Madrid, a pie
Desde el pasado 1 de octubre, muchos de los que vivimos en Torrelodones y no utilizamos el coche particular para movernos, y especialmente para bajar y subir de Madrid, estamos sufriendo un verdadero calvario. El Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid decidió unilateralmente recortar las frecuencias de líneas que unen Madrid con nuestro pueblo y con otros de la Comunidad.
Eso se tradujo de forma inmediata en grandes colas, muchos retrasos, autobuses abarrotados, gente que se queda en tierra y enfrentamientos entre los propios usuarios.