Vivimos en sociedad y la aparición de conflictos resulta inevitable. Todos hemos tenido en algún momento problemas causados por ruido, por animales domésticos, conductas incívicas, enfrentamientos en el entorno familiar, escolar o laboral…
A menudo los intereses y necesidades de personas que conviven en un mismo espacio son dispares pero que esos conflictos sean ineludibles no debe significar necesariamente que sean negativos, sino que, si conseguimos manejarlos y administrarlos de manera constructiva, pueden llegar a resultar beneficiosos.
Para tratar de resolverlos, solemos acudir a los Tribunales, quizá porque desconocemos otra alternativa. Y lo cierto es que acudir a un juicio no resulta sencillo y muchísimo menos, agradable.