Somos biodiversidad, comemos biodiversidad y el oxígeno del aire que respiramos procede de la actividad continuada de lo viviente. El término biodiversidad es un neologismo acuñado en los años ochenta para referirse a la diversidad de la vida. Se utilizó para alertar sobre la rápida extinción de especies debido a la acción del hombre y porque se pensó que esta palabra tendría un mayor valor comunicativo. Su uso se popularizó tras ser empleado en varios acuerdos internacionales y textos oficiales. Por ejemplo, en España existe la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad (Ley 42/2007, de 13 de diciembre)
Decidir de forma activa cómo gastar los presupuestos
Junio es un mes de participación en Torrelodones. Hemos abierto simultáneamente dos procesos en los que llamamos a los vecinos y vecinas mayores de 16 años empadronados a decidir de forma activa en la forma de gastar los presupuestos, tanto los de 2017 como los de 2018.
Con una partida inicial de 100.000€ para este año, nos hemos lanzado a dar voz a los más jóvenes, tomando como referencia las propuestas que tan bien trabajaron el pasado 6 de abril, en el I Pleno Adolescente celebrado en Torrelodones. Creemos que tras ese primer paso de escuchar sus reivindicaciones, tocaba materializarlas y hacerles ver que todo el esfuerzo que dedicaron tenía un sentido; que cuando hablamos de Convención de los Derechos del Niño y más concretamente de su derecho a ser escuchados (art.12), nos lo tomamos en serio.
Cruzar fronteras, romper moldes, tender puentes
Los seres humanos tendemos a encasillarnos dentro de unas coordenadas que marcan las reglas de nuestro comportamiento. Esto nos empuja a ser como nuestros vecinos y a comportarnos según patrones basados en la imitación de los que consideramos ‘los nuestros’. Por eso, creamos identidades colectivas, que pueden ser étnicas, nacionales, sociales, políticas, religiosas, deportivas, culturales o de otro tipo. Individualmente somos inteligentes y, por tanto, podemos ser tolerantes e incluso bondadosos, pero colectivamente tendemos a hacernos algo cerriles e intolerantes. Tener unas señas de identidad del tipo que sea parece fundamental para orientarnos en un mundo lleno de incertidumbres. La identificación colectiva es un verdadero elemento de cohesión. Lo malo es cuando esas señas de identidad se utilizan para marcar diferencias y se constituyen en arma contra los diferentes (odiar lo ajeno como estímulo para amar lo propio).